Elizabeth Amaya: En Estados Unidos están las mejores oportunidades para sus hijos
Héctor Sermeño
Cuenta Elizabeth que en 1984 se vino por tierra para Estados Unidos, la travesía duró mas de 20 días y aunque el “Coyote” los dejó botados a medio camino, ella y su sobrino hicieron el esfuerzo para continuar caminando y se las arreglaron ellos solos para llegar hasta Los Ángeles, en el estado de California, para lo cual fue importante la ayuda de unos sus hermanos que ya vivía en la ciudad angelina. Nació en San Miguel en el barrio El Calvario, estudió primaria en la escuela Ardón Cordero. Luego estudió bachillerato en el Colegio Superior de Comercio y después se graduó de enfermera en el Técnico Cultural Prestó servicio militar en la tercera brigada de San Miguel, formó parte de aquel famoso batallón de Las Tigras, integrado exclusivamente por mujeres. “70 mujeres para ser específicos, aunque después el número se redujo a unos 30 solamente, pues no siempre había mujeres interesadas en servirle a la patria. Todo esto en aquellos días en que mataron al coronel Domingo Monterrosa”, comenta Elizabeth. Elizabeth se casó muy joven con su primer esposo en diciembre de 1978 y poco después tuvo su primer hijo y poco tiempo después le tocó que emigrar hacia Estados Unidos, como muchos miles y miles de sus paisanos que en esos días querían escapar de la peor confrontación armada que se haya visto en territorio salvadoreño. Pero aunque aquella experiencia no fue del todo gratificante, tampoco la intimidó como para no hacerlo de nuevo. |
“Como yo ya tenía un hijo cuando me vine para Estados Unidos, cuando me puse nostálgica y lo extrañaba, me fui de regreso para El Salvador a traerlo”, dice Elizabeth, quien a final de cuentas terminó viajando mas de 11 veces sin papeles desde el Salvador a Estados Unidos.
Pero traer a su hijo pequeño por tierra y sin papeles, fue toda una odisea. “La primer dificultad que tuve fue que el papá no me quiso dar la autorización para sacarlo del país y como yo tenía los papeles de una niña, simplemente disfracé a mi hijo de niña y así lo pude pasar por la frontera. Todo esto sin contar todas las peripecias que uno tiene que pasar cuando hace este tipo de viajes con un niño en brazos”, recuerda Elizabeth, sin dejar de asombrarse todavía. Para que su llegada a Estados Unidos fuera posible, Elízabeth contó siempre con el apoyo incondicional de su hermano José Amaya, quien jugaba un papel muy importante, porque él era el que siempre la apoyaba económicamente en sus viajes y quien la recibía en su casa cada vez que llegaba. Hasta que en 1985 decidió irse para Nueva Jersey, específicamente a West New York, donde todavía tiene su residencia. Ya en el estado Jardín comenzó a trabajar de mesera en un restaurante salvadoreño ubicado entre la calle 56 y la avenida Palisade, coincidentemente con el mismo nombre de Palisade, administrado por una pareja cubano-salvadoreña, donde tuvo que pasar mas de una dura prueba para quedarse con ese trabajo. |
“Antes de ser aceptada como mesera en ese lugar tuve que trabajar todo un día de prueba para ver si daba en ancho, porque yo nunca había trabajado en mi vida, esa fue mi primera experiencia trabajando de mesera en un restaurante”, da a conocer Elizabeth, quien agrega que allí se quedó trabajando 5 largos años mas.
Después regresó a Los Ángeles, donde se quedó con su hermano por una corta temporada y a su regreso a New Jersey, comenzó a trabajar en la limpieza de casas, hasta que hace 15 años se convirtió en una “Homemaker” y es de lo que ha trabajado hasta la actualidad. Elizabeth comenta que ella tiene 4 hijos, 3 varones y una niña. Su primer hijo tiene 38 años, el segundo 26, el tercero 24 y la niña únicamente 11 años de edad. “Decidí quedarme a vivir aquí con mis hijos porque es aquí donde ellos pueden tener las mejores oportunidades. Por cierto, tiene una anécdota muy singular respecto al nacimiento de su segundo hijo. “Yo había viajado a El Salvador embarazada de mi segundo hijo y me tocó que dar a luz exactamente el 16 de noviembre de 1989, en el hospital militar de San Miguel, en los días en que se llevaba a cabo la peor ofensiva guerrillera en la historia del conflicto salvadoreño. Y aunque había mucha demanda de servicios clínicos en el hospital, tuve el privilegio de tener a mi hijo allí porque en algún momento yo también había sido militar”, recuerda Elizabeth con mucha nostalgia todavía |
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